Son una oportunidad para persuadir a los votantes, que no todos los candidatos saben aprovechar
Los debates electorales no se ganan ni se pierden. Desde el punto de vista de la comunicación no verbal, supone un error afrontarlos como una competición en lugar de una gran oportunidad: una extraordinaria ocasión para conectar con el electorado y persuadirlo, unos valiosos minutos de televisión que no todos los candidatos saben aprovechar.
No se trata de vencer. Ni siquiera de convencer. Sino de persuadir, de mover a la acción. Y la acción tiene un fuerte componente emocional. De ahí la importancia de la congruencia entre lo que se dice y cómo se dice. Sin transparencia emocional y autenticidad, es muy poco lo que un candidato puede obtener de un debate, porque los atributos de un líder no se aprecian solo en sus palabras, sino principalmente en su conducta.
Aquí les dejo un breve análisis en el que comento algo de esto para la Televisión Autonómica de Canarias. Algunas impresiones sobre el único Debate entre los candidatos a la presidencia del Gobierno en España, de cara a la cita del 10N.
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