El primer ministro de Canadá vuelve a dar una lección magistral de comunicación política en tiempos de crisis
Lo ha vuelto a hacer. Justin Trudau nos deja una nueva lección magistral de comunicación política y liderazgo. Además, en una situación de extrema dificultad, en plena crisis sanitaria mundial por la pandemia del coronavirus (COVID-19). Y sin interrumpir la cuarentena que mantiene por el positivo de su esposa.
Las comparaciones son odiosas. Lo sé. No es el momento de afear la conducta a ninguno de nuestros desbordados y desnortados políticos. Ya habrá tiempo de analizar este monumental y trágico desaguisado, pero que cada cual compare y saque sus propias conclusiones.
La mayoría de nuestros presuntos líderes deberían fijarse en las habilidades para la comunicación de Trudeau y aprender.
Sobre todo, aprender lo más rápido posible.
Y si no, callarse. Hablar menos, o dejar hablar a quienes sepan hacerlo, porque el liderazgo y la comunicación eficiente también salvan vidas.
El pasado 27 de marzo el primer ministro de Canadá compareció públicamente con un mensaje a la nación que probablemente se estudie en las universidades de todo el mundo, cuando vuelvan a abrir sus aulas. Al más puro estilo de la Escuela de Negocios de Harvard, Trudeau tiró del infalible esquema del elevator pitch para dejarlo todo muy claro en menos de 90 segundos.
Para empezar, una comunicación no verbal impecable. Plano medio corto y corto, mirada directa a cámara, torso erguido, hombros relajados, postura estable, y una expresión facial seria, serena y amable. Todo a la vez, sin perder en ningún momento el brillo de la ilusión en sus ojos. Para eso sirve un teleprompter, exactamente para eso, y no para recitar el argumentario político de turno en forma de boletín oficial del correspondiente estado.
Menos de 90 segundos le bastaron a Trudeau para dejarlo todo claro, muy claro. Con un esquema tan sencillo como efectivo, puro discurso de ascensor: definir el público objetivo, identificar el problema, desarrollar la solución y crear el mensaje. Tal que así: todos los canadienses con dificultades tendrán una ayuda directa de 2.000 dólares durante los próximos cuatro meses, para que puedan estar tranquilos y esperar la reanudación de la actividad económica en las mejores condiciones.
La contundente decisión gubernamental aporta credibilidad al mensaje final dirigido a los canadienses: el Gobierno está preparado para hacer más por ellos si fuera necesario. En conclusión, todos tranquilos, que de esta salimos.
Eso es lo que quiere oír todo el mundo hoy en cualquier rincón del planeta: «Tranquilo, estás a salvo, yo te cubro, de esta salimos«. Y bastan 90 segundos para decirlo, para convencernos y persuadirnos. Siempre y cuando se haga de la forma correcta, porque la comunicación además de un arte es también una ciencia.
Y no se trata solo de credibilidad, que también, sino especialmente de autenticidad.
O eres auténtico o no persuades a nadie.
O eres auténtico o no lideras a nadie.
Frente al avance del coronavirus, no hay tiempo que perder. Tampoco en materia de comunicación. La información salva vidas, no me canso de repetirlo desde el minuto uno de esta terrible tragedia.
Por eso nuestros políticos no deben perder ni un segundo más en interminables discursos grandilocuentes, ajenos a lo cotidiano de esta dura realidad.
No necesitamos retóricas huecas y soliloquios interminables en prime time.
Sobran las inconcreciones y las abstracciones.
Basta ya de manosear las palabras con indescifrables florituras. Basta ya de retorcer la semántica, con una perversión que solo merece el calificativo de macabra, antes los miles de cadáveres que cada día arrojan a las estadísticas. Basta de intentar confundirnos con mensajes contradictorios, con metáforas absurdas y ridículas ocurrencias.
La gente necesita mensajes claros. Certidumbres. Instrucciones. Llamadas a la acción.
Es el momento de líderes auténticos, reales y humanos. Sobre todo, humanos.
Más hacer y menos hablar.
Primero hacerlo y luego contarlo.
Esa es la fórmula, lo demás sobra. Y en algunos casos, asquea.
Lo tengo escrito mil veces, citando al Dr. Alonso Puig: A los líderes no los seguimos tanto por lo que dicen como por lo que hacen.
Y lo primero que hizo Trudeau fue encerrarse en su casa y respetar el confinamiento, como nos piden a los ciudadanos.
Quedémonos en casa, por favor. Disfruten del vídeo y juzguen ustedes mismos.
Mucha salud para todos.
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Definitivamente lo menos que yo esperaba que me explicara el presidente de mi país, no importa del país que sea, que me van a regalar dinero para palear la crisis del coronavirus, eso me parece una tamaña irresponsabilidad y deja mucho que decir de los gobernantes del planeta, no se les puede llamar lideres bajo ningún respecto, son unos mediocres e irresponsables, creo que tanto mi persona como todos los seres humanos de este planeta querían escuchar al presidente de nuestro país decir: «Estamos preparados para esta contingencia», tenemos 100.000 camas con todos su aparataje médico asistencial para atender a todos los enfermos, hemos informado a todas las clínicas, hospitales, médicos, enfermeras, policias y bomberos públicos y privados que estaban reclutados para formar un gran ejercito, para formar un cordón sanitario que permita enfrentar esta crisis, ya estamos trabajando para responder afirmativamente con cualquier eventualidad que genere el virus y definitivamente habrán algunas perdidas mínimas pero lo enfrentaremos con todo el rigor de la contingencia, por Dios, quien quiere 2.000 dolares por su padre, madre, hijo, hermano, familia, amigo o vecino muerto, que irresponsabilidad de los gobernantes y todavía la prensa insensata se atreve a llamarlos lideres…
Comparto en gran medida el sentido de tu crítica, Williams. Con mi análisis no pretendía valorar el acierto o no de la medida, que por supuesto es discutible, sino la congruencia entre lo que se dice y cómo se dice, que es un componente fundamental de la credibilidad. Estamos faltos de auténticos líderes y de líderes auténticos, y es un problema del sistema político en el mundo entero, con algunas excepciones. Técnicamente, desde el punto de vista de la comunicación, Justin Trudeau es una de esas excepciones, aunque no entro a valorar su gestión política porque no tengo elementos de juicio suficientes para hacerlo.
Muchas gracias por tus aportación.
Un abrazo.
¡¡¡GRACIAS!!! para eso hace falta tener algo que decir.
Los actuales políticos, de todos los colores, si hubiesen sabido lo que les iba a caer encima…supongo que no se habrían presentado. La oposición habla porque piensa que no tiene, de hecho, responsabilidad real alguna
Cierto, Isabel, lo importante no es solo hablar, sino hacer. Los hechos comunican más que las palabras. De una u otra forma, todos tenemos responsabilidad en lo que está ocurriendo, aunque nuestros líderes en mayor medida. Lo importante es que aprendamos todos de la experiencia y mejoremos como sociedad.
Muchísimas gracias por estar siempre ahí.
Un fuerte abrazo isleño.
Pues sí, impresiona la firmeza de las declaraciones, el uso de los pronombres, la mirada franca, la claridad de las declaraciones, no hay manerismos, el compromiso seguro con las personas, la empatía que manifiesta, sobre todo su sencillez y humanidad. Buen ejemplo. Gracias por este documento.
Completamente de acuerdo, José Manuel.
Muchas gracias por la aportación.
Un abrazo,