El miedo es una de las siete emociones básicas universales que presenta la misma expresión facial característica en todos los humanos y primates, y que compartimos parcialmente con otros mamíferos. El miedo puede confundirse con la sorpresa, porque tiene algunas acciones muy parecidas, como la forma de mostrar los ojos desorbitados, según explica el profesor Paul Ekman en su libro “El rostro de las emociones”.
En la expresión de miedo los ojos parece que se van a salir de sus cuencas: se reconoce rápidamente al fijarnos en la parte blanca por encima del iris, que aparece al descubierto por el ascenso de los párpados superiores.
Lo mismo ocurre cuando algo nos sorprende. Sin embargo, la diferencia entre el miedo y la sorpresa es muy fácil de establecer: en el miedo solo suben los párpados superiores, mientras que en la sorpresa ascienden también las cejas.
Así que cuando alguien abre mucho los ojos pero las cejas continúan en su sitio, lo que siente es miedo, no sorpresa. También puede ocurrir que primero nos sorprendamos y unas décimas de segundo después nos asustemos, pero en ese caso las cejas volverán a su posición natural y los ojos continuarán desorbitados.
Otro indicador infalible de esta emoción básica y universal lo encontramos en los labios: cuando sentimos miedo las comisuras se retraen, los labios se estiran horizontalmente hacia atrás -incluso cuando la boca se abre para gritar-, y el cuello se aprieta con mucha tensión. Es como si nuestra cara se replegase sobre sí misma, huyendo de la situación.
Veamos algunos casos muy gráficos en esta genial serie de imágenes tomadas en la Nightmares Fear Factory, una terrorífica atracción en las Cataratas del Niágara:
¡Cuidado con la ausencia de miedo!
Por lo general, el miedo nos paraliza inicialmente, y luego nos dispone para la huida o el ataque, las dos opciones evolutivas para procurar nuestra supervivencia. A la mayor parte de los animales les ocurre igual.
El problema surge cuando no surge el miedo. Las personas que no expresan temor ante un estímulo amenazador pueden presentar tendencia al psicoticismo como macro rasgo dominante en su personalidad.
De hecho, una de las características del lenguaje no verbal de los psicópatas es su expresión de ira en lugar de miedo ante una amenaza, aunque esto debe tomarse con mucha cautela, pues el psicoticismo es compatible con la inexpresividad facial y el disimulo, lo que dificulta su perfilación indirecta.
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