7 claves de comunicación no verbal del adiós de Heisenberg
¿Lloraste con el final de Breaking Bad? ¿Conoces a mucha gente que lo hiciera? ¿Por qué no soltaste una sola lágrima cuando terminó tu serie favorita? ¿No te dio pena la muerte de Walter White, desangrado en la soledad de su laboratorio? ¿No consiguió conmoverte la magistral interpretación de Bryan Cranston? El análisis de la comunicación no verbal nos sugiere algunas respuestas.
Fue uno de los finales más esperados y vistos de la historia reciente de la televisión. Y acabó en tragedia, con la muerte violenta del protagonista. Desde que Walter White (Bryan Cranston) se queda solo con los espectadores hasta el fundido a negro transcurren 2 minutos y 39 segundos. Justo lo que tarda en morir, una secuencia en la que no pronuncia una sola palabra.
De ahí la relevancia de su comportamiento no verbal (CNV), que analizamos con detalle en esta entrada. La postura, los gestos y expresiones de Cranston, nos muestran a un Walt muy diferente al colérico Heinserberg que terminó dominando la serie. Vemos a un hombre que camina erguido y con dignidad, y un rostro que expresa serenidad.
Háptica y proxémica: en el manejo del tacto y el espacio están las claves fundamentales de su CNV. Las manos hablan tanto como su silencio, pero no a través de los gestos, sino de las caricias en la intimidad del laboratorio. Aquí están las 7 claves:
1. No hay expresión de dolor
La única expresión de dolor de Walter White se aprecia a nivel paraverbal en unos leves y ahogados quejidos; también hay una profunda espiración a través de la boca, seguida de un golpe de tos. El rostro parece muy sereno cuando siente que está mal herido. La expresión permanece igual después de apartarse la chaqueta y comprobar el alcance de la herida. La gravedad no altera su conducta.
2. Una postura digna
El gran Heisenberg camina perfectamente erguido y con paso lento pero firme hacia el laboratorio (y hacia la muerte). No presenta el encorvamiento típico del dolor, a pesar del tiro recibido en el abdomen. La verticalidad en la postura aporta dignidad, y excluye cualquier expresión de debilidad con la que el telespectador pudiera empatizar.
3. Ternura y complicidad
4. No hay miedo ni preocupación
Expresión facial cargada de simbolismo al mirar hacia lo alto. Herido de muerte, Walter White repasa visualmente el laboratorio y parece rememorar. No hay el menor rastro de ira ni miedo en su cara. Tampoco hay dolor, solo cierta tristeza y serenidad, de las que se podría inferir la nostalgia.
5. El calor de las caricias
El duro Heisenberg acaricia el alambique (1), lo observa pensativo (2), y termina dándole un par de suaves toques con las yemas de los dedos, como la palmada que se da en el hombro de un ser querido al despedirse. Se repite el simbolismo de la máscara, en este caso por duplicado: dice adiós a una de sus herramientas de trabajo, y también a su vida, representada en el reflejo de su imagen en el acero (3). El tacto de la palma de la mano aporta calidez a la acción.
6. En paz consigo mismo
En el plano final, el rostro sin vida de Walter White expresa una serenidad muy cercana a la satisfacción, apreciable en la relajación de la musculatura facial, la ligera separación de los labios y la ausencia de cualquier rictus de tristeza o dolor. La expresión resulta casi placentera. El cuerpo inerte queda en una postura simétrica y abierta, tumbado boca arriba, como si descansara. La sensación de levedad se refuerza con el giro ascendente de la cámara cenital.
7. Adiós Baby Blue
Aunque los primeros sesenta segundos de la secuencia transcurren en silencio (sonido ambiente), no podemos pasar por alto el tema musical que arranca con un inesperado golpe de batería, justo cuando Walt se acerca a su máscara. En ese momento dibuja una levísima sonrisa en su cara, la misma mueca cómplice que probablemente repite inconscientemente el sorprendido espectador. Esta sincronía resulta mágica: la conexión entre el personaje y sus fieles seguidores acaba de consumarse.
La canción elegida para decir adiós es “Baby Blue”, un tema interpretado en los años setenta por la banda de rock británica Badfinger: Toda una declaración de amor, y un último guiño del duro Heinsenberg a su chica azul, la metanfetamina.
Como posteriormente explicó Thomas Golubić, el supervisor musical de la serie, “es una historia de amor entre Walt y su devoción por la ciencia, y ésta –la metanfetamina- fue su creación más grande, su mayor triunfo como químico. No trataba de Walter White como un criminal o un asesino o una persona terrible. Era sobre él, poniendo fin en sus propios términos. Creativamente encajaba”.
¡Vaya si encajaba!
pues no llore con la muerte de walter pero si que lo hice cuando jesse logro irse :3 senti un fresquito :3
A mi también me paso lo mismo! Volvio para ayudarlo y eso me hizo llorar de felicidad! :´3
Yo si llore y lo sigo haciendo cuando vuelvo a ver la escena. :'(
Lloré cuando murió el Hank y cuando él le dice a su esposa que la ama.
La expresión facial de las emociones básicas como la tristeza es universal, pero la forma de reaccionar a los estímulos emocionales es única y exclusiva en cada persona. Eso es precisamente lo que nos hace únicos y auténticos…
Muchas gracias por seguir mis contenidos, Roxana.
Un abrazo,