Repasamos el interrogatorio del menor que acusó a Michael Jackson de abusos deshonestos en 2005

Los últimos avances en el estudio de la mentira apuntan al canal verbal como el más eficiente para su detección. Al parecer, las palabras son más delatoras que nuestras expresiones no verbales, aunque las técnicas de análisis de contenido tampoco son del todo infalibles por sí solas. En el contexto adecuado, algunos gestos pueden resultar igual de sospechosos o más que la propia narración de los hechos.

Descubrir la mentira resulta más sencillo cuando el comportamiento no verbal y las palabras fallan a la vez, como consecuencia de la sobrecarga cognitiva que el engaño requiere. Esto fue, precisamente, lo que ocurrió en el caso de Garvin Arvizo, el menor que acusó de abusos deshonestos al desaparecido Michael Jackson.

Hemos rescatado uno de los reportajes realizados tras la absolución del popular cantante, con el que sus fans quisieron restituir su cuestionada reputación. Casi diez años después, la psicología del testimonio y el análisis científico del comportamiento no verbal, nos permiten confirmar algunos importantes errores cometidos por los agentes de la oficina del sheriff durante la investigación.

Ningún análisis pericial puede dictaminar de manera irrefutable la honestidad de una declaración, pero sí puede establecer con absoluta certeza cuándo una conducta resulta sospechosa o un testimonio ha sido contaminado. Ambas conclusiones no son suficientes para fundamentar una sentencia, pero son imprescindibles para conducir con habilidad las pesquisas, y concluir con éxito una investigación.

De ahí que hayamos centrado nuestra revisión del caso en estos dos aspectos fundamentales: por un lado, el análisis de la conducta del menor cuando fue interrogado por los agentes policiales; y por otro, la calidad del método empleado por los funcionarios para obtener su testimonio.

El resultado es concluyente: La prueba testifical de la acusación no resulta convincente y, además, fue contaminada en su obtención.

El documental analizado puede visionarse íntegramente aquí , aunque para facilitar la presentación de nuestras conclusiones hemos editado dos breves resúmenes:

La conducta de Garvin Arvizo

El aspecto más relevante del comportamiento no verbal de Garvin se produce, precisamente, cuando no verbaliza la confirmación de los abusos presuntamente cometidos por Michael Jackson. Lo explicamos más adelante con detalle en el primero de los gifs, pero es muy importante destacar la incongruencia entre los gestos evasivos del menor y su relajación postural. De hecho, no hay respuesta corporal al estrés que ocasionaría rememorar una situación tan traumática.

Este indicio era más que suficiente para replantearse todo el interrogatorio y la investigación, en busca de una mejor aclaración de los graves hechos denunciados. Sin embargo, no fue eso lo que hicieron los responsables policiales.

El resto del comportamiento no verbal de Garvin añade más incertidumbre que certeza sobre la honestidad de sus recuerdos:

  • Lo primero que llama la atención es la forma en la que el menor se lanza sobre el asiento al llegar: parece jugar como lo haría en un ambiente familiar. Esta actitud lúdica, y la posterior forma de acomodarse, muestran una relajación incongruente con la tensión esperable en un niño que se enfrenta a un interrogatorio policial.
  • Desde el punto de vista paraverbal, Garvin emplea un tono de voz muy bajo, casi inaudible: es poco creíble su perfecta linealidad, sin alteraciones emocionales, que consigue manteniendo los labios prácticamente cerrados al articular las palabras. Este indicio es compatible con el control de la conducta y, por tanto, con el posible fingimiento.
  • También a nivel prosódico, se produce un sonoro suspiro al terminar de explicar cómo el cantante le habría obligado a consumir alcohol. Esta espiración sería propia del cansancio o el aburrimiento, lo que supone otro confuso indicio, incongruente con el estrés que causarían tan desagradables recuerdos.
  • En cuanto al aspecto postural y la gesticulación, se aprecia mayor actividad cuando los agentes formulan las preguntas, mientras la relajación y neutralidad se incrementan cuando relata los hechos: Por la expresión de su mirada, parece incomodarle más el alcance de las preguntas que el recuerdo de lo sucedido, lo que podría constituir otro indicio de la posible falsedad de su testimonio.
  • Como dato curioso, cruza las piernas cuando tiene que referirse al momento exacto de los hechos, que relata de forma excesivamente aséptica y sin ninguna referencia emocional.
  • En las imágenes ofrecidas posteriormente en el reportaje, una vez terminado el interrogatorio, el lenguaje corporal de Garvin es muy diferente, mucho más expresivo y propio de la extroversión,- incluso juega a encestar en una papelera-, evidenciando que se encuentra cómodo en el mismo ambiente donde minutos antes se mostraba retraído e introspectivo, aunque siempre relajado.
  • En definitiva, no hay indicadores conductuales ni verbales de estrés o ansiedad importantes. Su lenguaje corporal expresa la mayor parte del tiempo indiferencia, y en algún momento distracción.

 

Tres instantes críticos

Además de lo comentado, en las declaraciones realizadas por Garvin detectamos tres instantes críticos que cuestionan seriamente la honestidad de su testimonio. Pueden apreciarse a simple vista en estos tres gifs:

gif1-MJ1. Se observa indecisión y rectificación en los gestos ilustradores de las manos, cuando intenta explicar cómo Michael Jackson rellenó supuestamente con vino una lata de refresco, para obligarle después a ingerirlo.

Los ilustradores son por lo general gestos muy espontáneos, que se producen de manera automática al hablar, y suelen resultar congruentes y sincrónicos con las palabras pronunciadas. Nada de eso ocurre en este caso, generando las consecuentes sospechas sobre la honestidad del relato.

Las dudas se habrían podido resolver mediante la correcta intervención de los policías, poniendo al testigo en situación, invitándole a trasladarse mentalmente al lugar y momento de los hechos, y a rememorar libremente cualquier detalle cognitivo, emocional y sensorial de la escena.

gif2-MJ2. Garvin pone fin a su “tartamudeo gestual” rascándose las manos, un gesto adaptativo compatible con el nerviosismo. Los adaptativos son los gestos que nos ayudan a manejar nuestras emociones, y en este caso sugiere un intento de control conductual.

Este es uno de los pocos instantes en los que Garvin parece nervioso, lo que incrementa la relevancia del indicio. Los investigadores debieron averiguar si el estímulo causante tenía su origen en el presunto trauma emocional del recuerdo pasado, o en la posible sobrecarga cognitiva de la fabulación del momento actual.

Sugerirle un cambio de perspectiva para contar de nuevo los hechos desde otro ángulo, o pedirle que los repitiera en otro orden, habría ayudado a resolver las razonables dudas que plantea su confusa gestualidad.

gif3-MJ3. El instante más crítico de la declaración se registra cuando uno de los policías parafrasea a Garvin, intentando confirmar que había sido el cantante el autor de los abusos: la respuesta del menor es negar con la cabeza.

El gesto por sí solo no es concluyente, pero su relevancia aumenta por la ausencia de afirmación verbal, así como por el silencio y la forma de callar, bajar la cabeza y eludir la mirada cuando el agente insiste por segunda vez (se aprecia con nitidez a continuación en el vídeo original).

 

El interrogatorio policial

El proceso de recogida de información es anómalo y muy deficiente. La falta de pericia de los agentes compromete la prueba testifical. La contaminación es tan grave que, incluso en el caso de que los hechos fueran ciertos, el testimonio de Garvin sería muy cuestionable ante un tribunal de Justicia, como acabó ocurriendo. Repasemos los errores más importantes:

  • Desde el punto de vista proxémico, el lugar elegido para la entrevista no parece el más apropiado por su reducidas dimensiones, mobiliario y decoración. Puede resultar agobiante y una posible fuente de estrés, aunque lo cierto es que a Garvin parece no ponerle nervioso: lo cual refuerza el indicio obtenido sobre su desenvuelta comodidad en un ambiente policial.
  • La disposición de los entrevistadores en ángulo de 90º tampoco facilita el contacto visual ni el establecimiento de un buen rapport, que habría permitido a los agentes conectar de verdad con el menor y transferirle el control de la narración.
  • La estructura de la entrevista tampoco parece la más apropiada en el ámbito forense, al abordarse con un cuestionario de preguntas demasiado cerradas. Tampoco se cumple ninguna de las fases de un buen interrogatorio: no hay una reconstrucción previa de los hechos, no se facilita el recuerdo libre, el cambio de perspectiva ni el recuerdo en orden inverso, para verificar la credibilidad del testimonio.
  • Muy al contrario, los agentes no informan correctamente a Garvin del objeto de la entrevista, ni le explican la importancia de expresar libremente todo lo que recuerde. Debieron advertirle que podía rectificar sus palabras en cualquier momento o preguntar lo que no entendiese. Los agentes tampoco lo ponen en situación, ni son capaces de transportarlo mentalmente a la escena y el momento de los hechos, y prescinden de todo aspecto emocional de la experiencia supuestamente vivida.
  • Al contrario, los agentes del sheriff coaccionan al joven enfatizando que si dice “lo correcto” ayudará a mucha gente; dirigen sus respuestas al sugerirlas en el contenido de las preguntas; emiten duros juicios de valor sobre la conducta del supuesto agresor; interrumpen el testimonio de Garvin para centrarlo exclusivamente en acusaciones inculpatorias, rellenan sus silencios dándoles una interpretación afirmativa, refuerzan la versión del chico, lo felicitan por el resultado y lo premian con una gaseosa. En definitiva, el perfecto manual de lo que nunca debería ser una entrevista forense.
Sugerencias bibliográficas

Paulo. R.M., Luna, K., y Albuquerque, P.B. (2014). La entrevista cognitiva mejorada: Cómo interrogar a un testigo de manera eficaz. Ciencia Cognitiva, 8:1, 12-14.

Soto, M. J. V., Hernández, J. A. R., & Estéban, B. L. (2013). Valoración de la Credibilidad del Testimonio: Aplicación del Modelo Reality Monitoring. Revista Internacional de Psicología, 12(02).

Alonso, H., Masip, J., & Garrido, E. (2009). La capacidad de los policías para detectar mentiras. Revista de Derecho Penal y Criminología, 3ª Época, 2(1), 9-19.

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Consultor de comunicación, experto en análisis y máster en Comportamiento No Verbal por la Universidad Camilo José Cela y la Fundación Universitaria Behavior & Law. Miembro de ACONVE y de la Asociación de la Prensa (FAPE-FIP). Fundador de analisisnoverbal.com.