Lo que NO se debe hacer en un cara a cara electoral

Errores comunes en el comportamiento no verbal de Cañete y Valenciano

¿QUÉ HA OCURRIDO ENTRE LAS DOS AMABLES IMÁGENES DE ARRIBA Y LOS DOS ROSTROS AGRESIVOS DE ABAJO?

La campaña de las últimas Elecciones Europeas en España nos dejó un documento de gran valor para comprender de manera gráfica y práctica la influencia del Comportamiento No Verbal en la comunicación política. Lo que ocurre entre las dos amables imágenes de arriba y los agresivos rostros de abajo es solo un debate político, aunque por la transformación registrada en sus expresiones bien podríamos pensar que medió algún tipo de tortura.

El Cara a Cara televisivo (TVE 1) entre Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano, parece un catálogo audiovisual de los errores básicos que un buen comunicador jamás debería cometer. Sin entrar en contenidos, ideas ni programas, centramos nuestro análisis en el lenguaje no verbal de ambos candidatos. El resultado es desolador, como se puede comprobar a continuación.

Curiosamente, ambos candidatos terminaron su primera intervención con expresiones muy parecidas en los labios, acciones que el código FACS de Paul Ekman vincula con la ira y el intento por disimularla. Valenciano afina los labios hasta casi hacerlos desaparecer, acción codificada como AU23. Cañete los aprieta con fuerza, en una AU24. El mayor empuje del labio inferior indica que también intenta controlar su enfado.

En los dos rostros aparecen sutiles microexpresiones de ceño fruncido (AU4), que confirman la ira como emoción básica dominante. Como contexto, es importante tener en cuenta que en ese momento el enfrentamiento entre ambos no ha empezado, solo han hecho su exposición inicial. No debemos descartar, por tanto, que el enfado filtrado sea con ellos mismos, no con el adversario. Posible causa: incomodidad con la situación e insatisfacción con sus respectivas intervenciones.

Arias Cañete comete un grave error nada más iniciarse el debate: se quita las gafas para leer los papeles que maneja. La miopía le impide ver bien de lejos sin ellas, lo que dificulta el enfoque y provoca el estrabismo en sus ojos. Hay momentos en los que no se sabe a quién mira. Compone una imagen incómoda para el espectador. Además, no concuerda con su amable aspecto habitual ni con el look que aparece en los carteles electorales, donde sí lleva las gafas.

El error de Elena Valenciano está en la forma de peinarse. Los movimientos compulsivos del inicio con los hombros, el cabeceo nervioso y la excesiva inclinación corporal, -apoyando los codos sobre la mesa-, hacen que el flequillo caiga sobre la cara. Desde la segunda intervención, el espectador tiene la imagen de una candidata a la que le falta un ojo la mayor parte del tiempo, como se ve en la foto de arriba. Aunque se retira el pelo de la cara durante la pausa publicitaria, los movimientos y postura inadecuados vuelven a causar el mismo problema en la segunda parte.

La fisiología también tiene mucho que decir en el aspecto de una persona y la imagen que puede transmitir a los demás. En este caso, la saliva jugó una mala pasada a los dos candidatos, aunque por causas diferentes y con efectos muy distintos. El problema de Cañete fue el exceso de saliva, mientras que el de Valenciano fue su escasez.

A la candidata socialista se le resecaba la boca al inicio de cada intervención, desarrollando un tic compensatorio con su lengua que repitió constantemente. Aunque muchos espectadores no reparen de forma consciente en una expresión como esta, en el subconsciente de todos queda procesada la imagen de una señora que enseña la lengua mientras habla, aportando nerviosismo e inseguridad a su imagen.

Justo lo contrario le ocurrió al candidato popular, quien presentaba una sialorrea de notable evolución durante el desarrollo del debate. El aspecto en las comisuras y labios no solo resultaba desagradable para el espectador, sino que acentuaba su expresión agresiva cuando mostraba los dientes o colocaba sus labios en embudo.

Aunque tanto el exceso de saliva como su ausencia pueden ser síntomas de diversas enfermedades, en ocasiones también responden a causas emocionales.

El movimiento vertical con la mano o el brazo es uno de los gestos más típicos de los que nos acompañamos al hablar en público, de forma consciente o inconsciente. Puede resultar ilustrativo si recurrimos a él como si fuera la batuta de un director de orquesta. El problema surge cuando la batuta se transforma en látigo, como ocurre a los dos candidatos.

El gesto de advertencia de Cañete al levantar la mano, mientras pide respeto a su adversaria cuando le interrumpe, puede interpretarse como amenazador. El de Valenciano señalándole directamente con el índice es acusador. En ambos casos, la agresividad revela el desinterés por entenderse.

El regadío y la Seguridad Social inspiran estos dos delatores gestos emblemáticos, que podrían revelar en gran medida la consideración que los dos candidatos se profesan. Cañete realiza involuntariamente el popular gesto de “la peineta” con el dedo corazón, cuando desmiente haber comparado el sistema de regadío con las mujeres. Valenciano inicia su quinta intervención haciendo involuntariamente el gesto de los cuernos, tras escuchar las acusaciones sobre la quiebra de la Seguridad Social en los mandatos socialistas.

Lo golpes bajos en un debate público no siempre son fáciles de encajar, y aunque mantengamos el tipo formalmente, en ocasiones el subconsciente nos juega estas malas pasadas, ampliamente documentadas en la bibliografía científica de la expresión emocional.

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