¿Quién comunica mejor en el PSOE?

¿Cómo funciona nuestro Marcador CNV?

Utilizamos un señalador de estrellas graduado del 1 al 5, en el que cualquier nota por debajo del 3 supone una destreza insuficiente. La valoración general la obtenemos tras puntuar por separado cada uno de los siete canales principales del comportamiento no verbal: expresión facial, gestos, postura, paralenguaje (manejo de la voz), proxémica (manejo del espacio), háptica (manejo del tacto) y apariencia.

Obtiene la peor puntuación, y es el único de los tres candidatos que a nuestro juicio suspende en el manejo del comportamiento no verbal.  Lo más negativo de todo, el gesto del látigo que realiza de forma constante con ambos brazos, los puños cerrados y los dedos índices extendidos de manera acusadora. Esta gestualidad le proporciona una imagen agresiva y distrae la atención del público. En algunos momentos parece estar disparando, y de hecho recurre al término disparar en su discurso.

Curiosamente, el ritmo mecánico del movimiento de los brazos se detecta también en su paralenguaje. Lanza las frases con golpes monótonos y sin la adecuada entonación. Presenta voz muy nasal y aguda, características que restan credibilidad. No hay control de la respiración, se queda sin aire al hablar, lo que impide una correcta vocalización y modulación.

Se aprecia descontrol emocional generalizado, nerviosismo, la boca seca, exceso de movimientos corporales, y expresiones faciales rígidas entre la sorpresa y el miedo. La postura encorvada, la forma de aferrarse al atril, la tensión en los hombros y la cabeza inclinada, tampoco le ayudan.

En cuanto al aspecto, hay descuido en el cabello, y comete el error de quitarse la chaqueta elegida para la ocasión, dejando al descubierto las marcas de sudor bajo sus brazos.  Acierta en el color de la camisa, pero se equivoca al remangársela excesivamente por encima de los codos.

Resulta el más natural y auténtico de los tres candidatos en cuanto al comportamiento no verbal. Su punto fuerte está en la expresión facial. Presenta la sonrisa más auténtica -llega a la carcajada en algún momento-, acreditando una actitud positiva y mucho sentido del humor.

Al hablar utiliza con mucha soltura los gestos ilustradores, mueve las manos y brazos de forma serena, con trazos circulares y abiertos, muy bien sincronizados y congruentes con el contenido del discurso. La misma sinceridad se aprecia en las expresiones faciales, que refuerzan la credibilidad de sus palabras.

Aunque al inicio del debate se balancea levemente, mostrando cierta incomodidad, enseguida se hace con la situación, presentando una buena postura, correctamente erguido. La verticalidad corporal, y los hombros simétricos y relajados, aportan dignidad a su imagen, con una estructura fuerte y sólida.

Tiene voz grave que refuerza la imagen de seguridad, y hay riqueza prosódica en la entonación, aunque necesitaría mejorar la forma de vocalizar para no hablar tanto “entre dientes”. En cuanto al aspecto, presenta cierto desaliño en el cabello, y su look es el menos actual de los tres.

Al responder solo mira a la moderadora, y elude el contacto visual con el público. No parece una persona muy pendiente de su imagen ni del efecto que esta causa en los demás. En resumen, un aprobado con mucho potencial para mejorar la nota.

Es sin duda el mejor de los tres candidatos, en lo que a comportamiento no verbal se refiere. Juega con la ventaja de su atractivo aspecto, pero no es solo eso, hay mucho más: maneja con extraordinaria habilidad todos los canales expresivos de la comunicación corporal, en la que parece haber sido entrenado.

Sorprende el control de la proxemia -a la que los políticos no suelen prestar mucha atención-, de vital importancia para expresar cercanía: utiliza el espacio con suma habilidad, saliendo del atril para eliminar barreras físicas y hablar de manera más próxima al público. Fue especialmente astuto a la hora de situarse en medio de sus adversarios al posar para la foto de familia, ocupando una posición de predominio.

Busca en todo momento la conexión con el público. Al hablar mira a todo el auditorio de un extremo a otro, y lo recorre no solo con los ojos, sino acompañando la mirada con la postura de la cabeza y del cuerpo, dirigiendo su torso abiertamente hacia la persona a la que se dirige en cada instante.

Tiene una voz profunda, aunque en algunos momentos entrecortada por cierta tensión. El apreciable nerviosismo no le impide vocalizar y enfatizar con acierto. Como punto débil, cierto exceso de engolamiento que resta naturalidad expresiva.

Presenta postura erguida, hombros horizontales y estabilidad corporal. Aspecto impecable, discretamente a la moda. Camisa informal, con los puños correctamente doblados por debajo de los codos. El color blanco elegido aporta limpieza simbólica a su imagen, pero plantea dificultades en el balance de las cámaras de televisión. Su aprobado está en el entorno del sobresaliente.

Contenido relacionado:

• Lo que NO se debe hacer en un cara a cara electoral
• Adolfo Suárez, un líder con mucho tacto